Entre la sombra y el suelo se encuentra agitado un espacio concreto e infinito en eterno crepúsculo, donde la bigamia de la vida y la muerte pierde su monotonía.
Al tiempo
sólo lo conocen los músicos.
Nadie peca ni por defecto ni por virtud.
No hay ostias en ayuno.
No hay sahumerios de azufre.
Entre la suela y el suelo duele cada paso.
Y así
uno se acostumbra a enterrar.
A la mierda carajo!
ResponderEliminarMás de uno quisiera tener la versatilidad de dibujar a la tortuga vendedora y a este dibujito!!! Felicitaciones!!!
¡Gracias Maestro! Tengo quién me ayude a aprender. La tortuguita vendedora (Don Jaime) se publicará en unos días tambien.
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